Lo lograron. Los chicos de Paco García son de oro. El baloncesto de Valladolid ha logrado dar un pasito más en su camino para recuperar un sitio en el lugar que le pertenece. La élite. El Comercial Ulsa se ha reconciliado con el mundo de la canasta. Tras esta victoria épica, todo el mundo en la ciudad vuelve a hablar sobre el Polideportivo Pisuerga y unos chicos que han hecho historia en su propia casa. Y es que hasta ocho miembros de la plantilla de las ardillas son de Valladolid. Eso, sin contar al primer y segundo entrenador, Paco García y Esteban.

Nada podía salir mal. Ambiente espectacular el que se vivía durante la tarde del domingo en Pisuerga. Por primera vez en mucho tiempo el anillo superior de las gradas del polideportivo estaba abierto para que nadie se perdiese una tarde que iba a ser histórica. Casi 5.000 personas estuvieron con el corazón en un puño durante los cuarenta minutos de partido hasta que pudieron saltar de alegría con el pitido final.

El partido siguió el guión previsto, mucha igualdad entre ambos equipos hasta que uno de los dos dio un pequeño tirón en el marcador y logró mantener esa renta hasta el final. Serían los chicos de Paco García los protagonistas de esos minutos de magia. Vucetic, Mutakabbir, Cadot y compañía, no sabrían frenar a las ardillas. El CBC Valladolid impuso su ritmo en el tercer cuarto, dónde logró una renta de hasta once puntos, que sabría administrar a la perfección hasta el final del encuentro.

Daniel Astilleros, Wade Chatman y Graham Bell serían los mejores una vez más. Ambos jugadores, bien arropados por el resto de su equipo, lograron dar la puntilla a una eliminatoria que siempre ha estado en el lado de la balanza carmesí. Tras colarse en la final tras vencer a dos conjuntos superiores como lo eran Lucentum Alicante y Morón de Sevilla, el CBC Valladolid sabía que no podía fallar. 

Y más después de todo lo que se sufrió el año pasado. De un descenso se ha pasado a lograr un histórico ascenso.Sin duda, el trabajo realizado por toda la plantilla durante toda la temporada ha sido espectacular. Y muestra de ello ha sido esta serie final, en la que las ardillas han jugado como equipo más que nunca para suplir el mal estado de forma de Sergio de la Fuente que, aun así, ha rozado el doble doble en los dos últimos partidos.

Todos los jugadores estaban a una y así lo demostraron ayer. Cuando en un último minuto de infarto el sueño de oro parecía que se podía escapar. De una renta de diez puntos de desventaja, los vascos lograron remontar hasta situarse a tan solo cuatro en apenas medio minuto. Un Pisuerga con aires de celebración enmudeció hasta que sus chicos volvieron a sacar la casta y el coraje que han demostrado durante toda la temporada para cerrar el partido de forma definitiva.

Después llegó la celebración. La fiesta para culminar un año de gloria. Una temporada que quedará grabada a fuego en la memoria de muchos de aficionados. Pero también de los jugadores. Los chicos de Paco García han demostrado que pueden jugar en el baloncesto profesional. Se han ganado ese mérito a base de esfuerzo y sacrificio. En un equipo sin jugadores profesionales, todos han demostrado que el amor por el deporte puede llevarte a límites insospechados. Y ellos de momento no han encontrado el suyo.

Ahora les toca descansar y disfrutar. Como a nosotros. El año que viene tendrán ante sí un reto más grande. La LEB Oro. La segunda máxima división del baloncesto nacional. Una competición en la que se han ganado a pulso estar presentes durante la próxima campaña. El baloncesto de alto nivel vuelve a Valladolid. El polideportivo Pisuerga ya espera la nueva temporada para volver a lucir como no lo hacía desde hace bastante tiempo. Valladolid es de Oro. Y vosotros, afición, también, empujándonos hasta aquí.